Parte 1
Primero que nada les voy a comentar que soy la cara del colectivo Intergalactic, pero lo que vengo a plantear es lo que estuvimos conversando con el resto de los compas. Surgieron muchas cosas porque justamente el tema de la comunicación para nosotros es un tema transversal, es una línea que nos cruza en todos los ámbitos, tanto en lo interno como en lo externo. Nosotros laburamos de esto, vivimos de comunicar y de generar hechos. Del disparador surgió lo sencillo que parece comunicar. Tenemos varios canales, podemos publicar donde sea. Pero lo importante es que el mensaje llegue, que se decodifique y que la persona lo pueda entender. Es un poco lo que estaba diciendo Dulcinea recién, es tan complejo como complejo sea para cada persona que esté recibiendo el mensaje.
Otro problema que tienen las cooperativas a la hora de comunicar es el público objetivo. Este término resulta tan mercadotécnico y difícil para las cooperativas, aunque sean empresas. Cuesta decirlo, también somos organizaciones con fines de lucro, sino seríamos una parroquia o algo así. Es complejo empezar a entender que hay lugares donde se transforma en algo técnico y en algo contable.
Yendo un poquito a lo que comentaba, la comunicación es una línea transversal en nuestro trabajo porque generamos comunicación, y también por cómo nos comunicamos adentro, en la interna. Somos un colectivo, y si hay algo muy importante en un colectivo es eso, estar entendiéndose, comunicándose y compartiendo la experiencia, pudiendo generar cosas en torno a eso. Y vaya si es complejo. Y más aún hoy en día, porque tener un minuto de silencio es muy difícil y muchas veces le huimos. Es complicado generar silencio, porque enseguida abrimos el teléfono y alguien nos está hablando. Nos olvidamos de lo que íbamos a buscar en el teléfono. Capaz que íbamos a buscar un contacto o un correo, y nos damos cuenta de que estamos contestando mensajes con stickers en un grupo. Sin duda, nos cuesta escucharnos.
Lo voy a llevar a un terreno más mundano que es el WhatsApp. Resulta que ahora vivimos en una asamblea constante, nos pasa todo el tiempo que alguien te escribe —¿Che, no viste lo que te dije?, y uno contesta —No, ¿de qué hablás?, y el otro te responde que lo comunicó en el grupo. Sí, claro, pasa que pasaron seis stikers, dos gifs, mensajes en el medio, y lo que vos dijiste no quedó en ningún lado. Tenemos que convivir con eso de que las cosas existen, pero no existen porque sí. Yo no lo vi, realmente no existió. Es difícil que el colectivo se apropie de eso y lo vaya entendiendo. Comunicamos a un colectivo que no deja de ser un grupo de individuos con sus problemas diarios, sus cuestiones tanto de poder enunciar como de entender el enunciado.
Tenemos que vivir con el prejuicio del otro que me escucha. Antes de empezar a hablar ya estoy pensando «te estoy hablando a vos que tenés déficit atencional», o «a vos que casi siempre tenés una respuesta hecha». Entonces, yo ya estoy luchando con la respuesta armada que me vas a dar. Eso es todo un tema, porque al final no estoy diciendo lo que quería decir, estoy diciendo lo que vos querés escuchar, con base en lo que yo pienso que vos querés escuchar. Creo que para eso es necesario empezar a generar más atención, empática (aunque esa palabra sea algo muy de moda y que casi ya no signifique nada). Pero buscar entender al otro y su momento es importante.
En nuestra cooperativa es muy importante el día a día. No hemos hablado de las cosas de la misma forma una semana que la otra, y capaz el tema era el mismo, pero no surgió de igual forma. Nos pasa muchas veces que quizás una idea que comparte un compañero es entendida y bien recibida, pero en otra oportunidad otro compañero compartió la misma idea y generó un conflicto enorme. Esas cosas son una cuestión diaria de las cooperativas y los colectivos, y hay que vivirlas. Lo que he aprendido acá, en el grupo, es que la palabra conflicto no es un problema, es todo lo contrario. Si no existiera el conflicto no estaríamos avanzando, y eso logramos aprenderlo en Intergalactic. Aprendimos a agradecer cada vez que se plantea un conflicto, porque si dejamos pasar las cosas no hay cambios y seguimos en ese statu quo.
¿Por qué creo que la comunicación es algo importante?, porque genera cambios de comportamiento. A nosotros nos puede generar problemas en la entrega del trabajo. Muchas veces, pelea la experiencia de un colega contra la facilidad de comunicar lo que está haciendo. Eso nos genera un problema. Si alguien no dijo en qué momento del proceso del flujo de trabajo estaba o si le está faltando un detalle que no está pudiendo resolver y no lo comunica, también. Nadie comunicó que se subió el archivo o que ya lo terminó y quedó en la computadora… Nos pasa constantemente. Creo que es necesario poner atención a esas cuestiones.
Estaba escuchando lo que decía Juan Manuel y creo que es importante avanzar en el cuidado de la comunicación. Ver hacia dónde quiere llegar un colectivo, qué es lo que quiere transmitir, porque es un tema diario. Nosotros hacemos videos y todo el tiempo nos viene, y sobre todo desde el cooperativismo, porque nosotros hace unos años ya entendimos que es el lugar donde nos sentimos cómodos y desde el cual queremos producir comunicación.
Nos parece que las cooperativas sí tienen un diferencial importante en lo que refiere al cooperativismo, pero no es solamente en la palabra cooperativismo, sino en los valores que transmiten. Esos valores están en el día a día; no hay un interés superficial en tratarlos, están arraigados en el tema. Se trata de colectivos que trabajan sobre la horizontalidad, donde la gente no intenta vivir de la explotación del hombre por el hombre. Esto, por lo menos, pasa en la mayoría de las cooperativas con las que he trabajado y con las que trabajamos nosotros, y es un tema importante para poder desarrollarlo. Hay valores detrás de ese cooperativismo que se han nombrado tanto que han quedado un poco en desuso, pero no son menos que lo que comunican otras empresas ya más convencionales, más tradicionales.
Uno debe exteriorizar lo que sabe, pero debe saber también sobre el resto. Contra eso peleamos constantemente. Nos pasa que viene gente que quiere un video y no tienen ni idea de qué contenido le van a poner ni cuánto tiempo va a durar. Este reel institucional que les mostré no tiene mucho más de dos minutos…, es constante que venga alguien a decirnos «quiero un video corto, de no más de quince minutos», y para nosotros eso es una película. ¡El señor de los anillos!, no cualquier película. Es una locura, y más en el tiempo de hoy que la gente tiene el dedito moviendo imágenes todo el tiempo. Así se mueve la gente, así se mueve el público…, y es muy difícil lidiar con eso. En el pulgar está todo y con un movimiento de dedo te dejaron de ver. Entonces, es muy complejo llegar antes de que el dedo se mueva. Es un hecho difícil de transmitir.
Justamente, hace poco tuvimos un trabajo en conjunto con Juan Manuel y logramos convencer al cliente de que dos minutos eran una vida y que capaz estaba bueno lograr unos videos de 45 segundos, a reventar. Es difícil manejar eso, sobre todo cuando no les importa lo que tenés para decir o tu conocimiento, y nos pasan por arriba. Nuestro amor propio arranca un par de escalones más atrás. Siempre tenemos que intentar convencer que sabemos de esto y venimos haciendo videos hace seis años, ya de forma profesional, además.
Hoy todo nos entra por los ojos, vivimos en la comunicación masiva, todo el mundo quiere ser influencer. Todos quieren colgar una foto de un almuerzo y que todo el mundo lo vea y le dé un like. No es solo frivolidad y que no haya que atenderlo, porque detrás de eso hay gente que quiere ser querida, aprobada y entendida por el resto, por el colectivo, y realmente hay incidencia.
Un poco como decía Dulcinea, es difícil que la gente te escuche y corregir a alguien cuando uno no se está haciendo entender de la mejor forma. Nuestro aporte viene un poco por ahí, por pensar quién está escuchando, de qué manera está diciéndolo, eliminar los prejuicios, pero además la cuestión predeterminada. Sacar un poco el casete, dejar de pensar qué es lo que la otra persona quiere escuchar, y simplemente pensar en qué estoy diciendo yo. Qué estoy transmitiendo generalmente, qué estoy construyendo como forma de comunicación. Desenredar la madeja y lograr transmitir sinceramente lo que estoy queriendo, y no generar un circo de la comunicación ni un mensaje que no es el que quiero dar. Quizás es el que pienso que quieren oír y no el que quisiera decir. Entonces, mejor callarnos la boca un poquito y empezar a escuchar.
Parte 2
Voy a levantar el guante de Richard porque me parece que estuvo muy bien en señalar que capaz que todo este amor y esfuerzo que le pusimos no había llegado a un público masivo. Él avisó que iba a herir sensibilidades. La masividad es una realidad de la comunicación que siempre se percibe, y capaz que, sí, es un problema que este evento no sea masivo, pero también es una realidad que cualquier acto comunicativo se puede replicar. Muchas veces se graba una charla o un evento y eso queda en YouTube y tiene tres visualizaciones. Nadie más lo registra, y capaz es algo muy importante lo que pasó ahí. Entonces, cómo generamos debate sobre cosas muy importantes en las que todos tenemos algo importante para decir si ese debate no llega a los oídos del gran colectivo masivo. No pasa del Río Negro para arriba.
Es un tema a analizar por qué los generadores de debate siempre son los mismos. Por qué siempre están las mismas caras en los mismos canales y las mismas voces en las mismas frecuencias. Y es un debate al que deberíamos prestarle mucha atención, deberíamos tenerlo en el tapete. Ver cómo podemos lograr que este evento que sale de la cabeza de subte, que compartimos nosotros, y todos los que estamos compartimos que es algo importante e interesante de ver, genere otras resonancias. Eso debería ser lo que nos preocupe en el debate. Cómo hacemos que el mensaje pueda ser decodificado por más gente. No solo por el hecho de masificar, sino para problematizar en qué bocas está ahora el debate, quiénes son los que mueven esas manijas y quiénes aprueban lo que se dice y validan ciertos discursos. Estamos escuchando gente que no queremos escuchar, pero los seguimos escuchando. Y no se trata de dar vuelta la taba, hay que entenderlo desde lo micro, somos nosotros quienes tenemos que preocuparnos respecto a qué se está filtrando y qué se está escuchando.
Creo que esto de la cooperación y la asociatividad es un poco la clave dentro del cooperativismo. Si hay algo potente en los colectivos y en el trabajo en una cooperativa es eso de lo asociativo y de darse cuenta de lo lindo que es generar cosas con el esfuerzo y el laburo de todes. Es impresionante porque yo soy una pequeña parte, no me llevo un desgaste enorme, y llegamos a cubrir cuestiones mucho mayores. A nosotros nos pasa constantemente. Por eso sentimos que este es el mejor lugar, porque vemos que realmente, al faltar el vil metal, el poder y el capital varonil que la gente persigue —que todos perseguimos, porque tampoco vamos a tirar la piedra y esconder la mano, vivimos así y tratamos de huir, pero estamos en el medio de eso—, nos cuestionamos cómo podemos generar un sonido distinto, una palabra distinta y empezar a equilibrar esa balanza.
Es la cuestión de fondo, pensar que debemos asociarnos para llevar adelante las cosas que creemos que deben estar adelante. Hoy somos veinticinco, pero mañana podemos ser cien, como planteaba Richard. Porque capaz que él, integrante del Funsa, nos escuchó, y alguna otra cooperativa grande nos escucha, y así vamos creciendo. A nosotros también nos pasó eso, éramos unos perfectos desconocidos; sin embargo, el producto que proponíamos era bueno y era válido, aunque no llegábamos a todas las cooperativas. No obstante, nuestro trabajo diario nos acercó a otros colectivos que nos fueron ayudando a transitar ese camino. Es complejo creer que le voy a llegar al mundo entero y que todo el mundo me va a escuchar. Deberíamos salir un poquito de eso, porque es algo que nos frustra bastante. Además, en consecuencia, dejamos de lado lo que venimos haciendo, o los intentos de probar con otra cosa. Capaz no debemos probar con otra cosa. Sí si es lo que queremos, pero no si es solo porque nos sale mejor.
Sigamos equivocándonos, sigamos haciendo las cosas mal, pero de a poquito vamos a hacerlas bien, y tal vez alguien se anime y nos acompañe. Tenemos que generar arrastre. Además, en el intercambio es donde las ideas se pulen. Capaz pensaba que mi idea estaba bien, pero llegó Juan o Dulcinea y le aportó algo que yo no tenía. Deja de ser esa voz monotemática y monocorde, y termina provocando otros acordes que, además, nos permiten avanzar y generar una idea en común e incluso más fuerte, por estar construida con otros pensamientos, otras visiones. Apostar a lo asociativo y a no frustrarnos con que somos veinticinco. Mañana podemos ser doscientos, y ese doscientos no va a ser lo mismo que dijeron esos veinticinco. Lo que tenemos que decir hoy no se tiene que escuchar eternamente; el mensaje puede cambiar. Es lo que pasa hoy, escuchamos voces que vienen de la ultratumba. Sin ir más lejos, tenemos el Parlamento que tenemos y parece que retrocedimos quinientos años. Cuidemos un poquito dónde ponemos el codo y dónde apoyamos el hombro.