Traigo algunas líneas para pensar en conjunto y conversar, y quiero contarles cómo las construí. Cuando me llegó la invitación de los y las compas de subte con esta primera pregunta disparadora sobre cuáles eran los problemas que entendíamos que había en la comunicación de las organizaciones sociales, lo primero que hice fue salir a preguntarles a mis compañeros y compañeras de los diferentes espacios sociales en los que participo. Les pregunté cuáles pensaban ellos y ellas que eran esos problemas para, a partir de ese intercambio, traer estas líneas.
Esa es la primera aclaración que quería hacer porque además es un poco la base de este encuentro, construir colectivamente las respuestas. En general yo construyo así mis líneas de reflexión, de análisis, de pensamiento y de conocimiento, a partir del intercambio con otras y otros, y no tanto individualmente. Y digo esto porque seguramente diga muchas cosas que hablé con algunos de ustedes y van a decir «eh, pero eso te lo dije yo ayer». Bueno, es porque esta es la forma de construcción en un principio.
Las organizaciones sociales son espacios muy variados: hay sindicatos, cooperativas, gremios, colectivos artísticos, el movimiento feminista —que tiene miles de aristas—; es demasiado diverso para hacer un diagnóstico y una unificación de problemas y de posibles soluciones, pero sí podemos pensar algunas líneas generales en el campo de lo social y lo colectivo en relación con los problemas de la comunicación.
1. Los recursos económicos
La falta de recursos, el tiempo y el dinero podría ser la respuesta a muchísimas de las problemáticas de lo social. Sin embargo, esa respuesta sería muy infértil para la discusión. Si bien el ámbito de lo social carece de recursos económicos, tiene mucha creatividad y mucha voluntad, y esto abre un nuevo mundo de posibilidades que no está tan unido a estos recursos.
2. La permanente emergencia de situaciones
Uno de los problemas que identifico es que las organizaciones sociales —no siempre, pero muchas veces— trabajamos sobre emergentes. Suceden cosas y hay que salir. Los contextos son temporales, entonces vemos qué hacemos, cómo lo comunicamos, cómo respondemos o qué discurso armamos a partir de situaciones determinadas. Eso nos impide hacer una planificación a largo plazo. «Es marzo y planifico mi año comunicacional»; no, no podemos hacerlo porque en mayo explota una bomba y hay que salir a cubrirla. Entonces creo que ese es uno de los problemas contextuales, trabajar sobre emergentes y cuestiones que están muy atadas a la actualidad inmediata.
3. Suponer que todes contamos con la misma información
Otro de los problemas que podemos encontrar es que muchas veces se comunica sobre supuestos. Dentro de los colectivos o las organizaciones hay discusiones muy largas y profundas sobre algunas cosas. A veces entendemos que todo lo que está fuera de ese colectivo tuvo esa misma discusión paralelamente, y no tiene por qué ser así. Muchas veces son cosas que nos interesan a nosotres y no a todes, pero sí se las queremos comunicar a todes. Entonces comunicamos sobre supuestos de discusiones que tuvimos adentro, pero que afuera no se dieron, y se produce un ruido en la recepción de esa comunicación: «Bueno, acá a mí me faltan cosas porque yo no estuve en esa discusión». Esa podría ser otra línea para pensar la problemática.
4. El discurso dominante no lo instalamos nosotres
Otra problemática para pensar es que no son las organizaciones sociales ni las populares las que instalan los discursos y las narrativas predominantes. Entonces, arrancamos un paso atrás y tenemos que desarmar algunas cosas para poder armarlas después. No todas las discusiones se tienen que dar, y a veces hay cosas que no hay que desarmar para volver a armar. Hay cosas que no hay que discutir. No siempre tenemos que discutir sobre lo que la institucionalidad o los discursos validados por el poder quieren que discutamos. A veces es necesario, a veces no. A mí me gusta usar mucho esta consigna como ejemplo claro: «Al fascismo no se le discute, se le combate». Esos serían algunos lugares donde nosotres no necesitamos desarmar; capaz que sí, pero yo entiendo que no.
Esto de que los discursos y las narrativas predominantes y las masivas no son las nuestras me parece interesante porque es un doble ejercicio que tenemos que hacer. Hay que desarmar aquello que está como dado, o de alguna manera validado por algunos espacios.
5. Los discursos sociales no están en el informativo
Los medios de comunicación no están pensados para que participen las personas, por eso es que los discursos sociales no están ahí. Lo que hay ahí es otra cosa que no es lo que sucede en lo social. Ese era otro de los problemas que quería plantear.
6. La cobertura geográfica
Otro gran problema que tenemos es la cobertura geográfica. Hemos discutido bastante a la interna de las organizaciones el problema de hablarnos endogámicamente dentro de determinados grupos sin lograr salir. No logramos corrernos de un espacio social, cultural o económico. Y no logramos corrernos de lo territorial. Siempre que digo esto digo «no todes». Hay sindicatos que tienen filiales en cada uno de los departamentos y logran comunicar en cada uno correctamente, pero hay otros colectivos que no logramos movernos territorialmente porque estamos en la vereda de enfrente de los medios de comunicación, los hegemónicos, que son los que tienen el alcance masivo y están instalados en todo el país. No sé por qué sucede, por qué no logramos construir una red nacional; nos hemos quedado en los espacios físicos, geográficos, que habitamos.
7. La dificultad de construir identidades que integren a otres
Esto puede ser interesante, pero es para pensarlo mucho: la construcción de la identidad de los colectivos o las organizaciones, más allá de la identidad del colectivo o la organización. Somos muy buenos construyendo nuestra identidad y la de nuestres compañeres y personas con las que militamos o trabajamos, pero a veces nos cuesta ampliar esa identidad a les otres y generar un nosotros o un nosotras más grande, que no solo nos incluya a les que estamos dentro de ese colectivo. Creo que eso es una falencia, y creo que una identidad colectiva generaría intereses y acciones colectivas más amplios. Y eso necesariamente se hace con la herramienta de la comunicación.
8. La comunicación de las organizaciones sociales o populares no tiene un espacio determinado en sí mismo
Parece que flota entre la publicidad, la propaganda, la comunicación institucional y la comunicación comunitaria. La publicidad —mercantil, mercenaria, terrible— no la queremos. La propaganda se usa para convencer, va por ahí haciendo cabeza; tampoco la queremos. La institucional nos da todo eso de corporativo, misión, visión; la cuestión es ¿nosotres queremos definirnos en estos términos? Y la comunitaria de alguna manera es esa comunicación de poca calidad que hace la gente por ahí. Eso es lo que entiendo que está en el imaginario. Entonces, no nos sirve ninguna de esas categorías, pero no tenemos una nueva donde trabajar y crear nuevas estrategias de comunicación, o un espacio de comunicación que sea de las organizaciones sociales para las organizaciones sociales y para el afuera.
9. La estética de la comunicación
Este problema me parece fundamental y nos ha llevado trabajo. Es la cuestión de lo estético en la comunicación de las organizaciones sociales o populares. En el sentido de qué es lo que queremos decir, la importancia del contenido de lo que queremos comunicar, versus la forma o cómo lo decimos, cómo lo comunicamos y a partir de qué imágenes. Y ahí entiendo que está bueno hacer el ejercicio de salir de la estética como aquello que es apariencia banal, y empezar a entenderla como una cuestión más de lo perceptivo o lo sensible, que es efectivamente su definición por definición —en Wikipedia lo dice así—. Hay que incorporar esto como una característica básica y fundamental de la comunicación. Va por ahí. Si queremos llegar a las demás personas, tenemos que intentar entender sobre percepción y sobre sensibilidad, además del contenido. No tenemos que verlo como una cosa binaria: me centro en la estética y doy un contenido vacío porque le estoy dando mucho color, o como es tan importante lo que tengo para decir, no necesito darle color y voy a decirlo en ocho páginas de texto, las que seguramente solo van a leer mis compañeros y mis compañeras.
10. Feminismos y comunicación
Otra de las cosas que traje para conversar es la cuestión de los feminismos y la comunicación. Una de las preguntas que plantearon los y las compas de subte era qué estrategia de comunicación, qué campañas o qué cuestiones comunicativas nos parecían exitosas. No quiero decir «exitosa» porque me cuesta un poco entender cómo medimos el éxito, pero lo digo para referirme a lo que nosotres pensamos que ha funcionado. Yo entiendo que en el movimiento feminista la comunicación fue exitosísima porque hubo que mostrarle a una sociedad patriarcal lo que era el patriarcado. Y creo que de alguna manera lo logramos, más bien lo empezamos a lograr —veamos toda la cantidad que falta—. Y no lo logramos con una gran campaña de comunicación coordinada, lo logramos con pequeñas campañas, con la esencia de mostrar lo micro para lograr desnudar y evidenciar lo macro. Lo mostramos en campañas tipo «¿qué es el patriarcado? Que me grites por la calle» (campañas en contra del acoso callejero). «¿Qué es el patriarcado? Laburar el doble y ganar menos» (campañas de economía feminista). «¿Qué es el patriarcado? La violencia en el noviazgo» (campañas sobre violencia en el noviazgo). «Que me mates, que me pegues, que me humilles por el hecho de ser mujer» (campañas contra la violencia de género). Hubo una red que disputó los discursos y las narrativas. Me parece que es la manera en que se mueve y funciona esto. Y logró un montón de cosas. De hecho, que ahora se diga «femicidio» en un informativo, más allá de que la figura legal exista, no es algo natural. No fue un devenir natural de la comunicación. Fue una militancia incansable de los feminismos. Y por eso ahora se dice «femicidio» y no se dice «crimen pasional». Y es aberrante que se diga «crimen pasional». Ahora alguien lo dice y salta todo el mundo diciendo: «Eh, estás en cualquiera», pero hace cinco años se decía tres veces por semana en la televisión. Entonces ahí hay algo del feminismo que tiene que ver con la comunicación que es superpotente. Y cosas tan pequeñas como alguien que te dice «ella es mi mujer» nos hacen ruido a todes, y hasta hace cinco años todas éramos «la mujer de alguien» en el discurso.
El movimiento feminista desplegó una estrategia de comunicación superpotente que logró cambios en el discurso y en las narrativas incluso institucionales u oficiales —por ejemplo que ya no nos llamen de algunas maneras—, porque efectivamente cambiar el lenguaje cambia los vínculos y cambia otro montón de cosas, y por eso yo la destacaría como una de las mejores experiencias.